Durante meses las comunidades escolares han estado imaginando cómo se retomarán las clases presenciales en jardines, escuelas y colegios, garantizando condiciones de seguridad a estudiantes, docentes, directivos, padres y tutores para evitar la propagación del Coronavirus, y además tendiendo al bienestar emocional. Sin duda que a nivel global, esa es una preocupación para la que todavía no hay una respuesta infalible.
Lo que sí parece ser un consenso es lo que establece el “Marco para la Reapertura de las Escuelas publicado en abril por Unicef”: “la reapertura de las escuelas debe hacerse en condiciones de seguridad y de manera compatible con la respuesta general de cada país a la COVID-19, adoptando todas las medidas razonables para proteger a los estudiantes, el personal, los docentes y sus familias”.
Reabrir las escuelas no será fácil y requerirá de la colaboración de todos y todas, en especial durante los primeros meses, donde ocurrirá un periodo de adaptación tras un año escolar diferente. Será difícil que todo sea igual que antes, en especial cuando miles de niños, niñas y jóvenes han conocido otras formas de aprender y de relacionarse con sus familias en el hogar, y miles de profesores han descubierto nuevas maneras de enseñar, innovando en metodologías, actividades de aprendizaje, herramientas y aplicaciones.
Como se informa en el sitio de noticias de la BBC, en Uruguay el retorno a clases fue escalonado y comenzó el 22 de abril con la apertura de las escuelas rurales a modo de piloto. Luego, se definieron tres etapas en las que gradualmente fueron retornando todos los niveles escolares según criterios: primero, escuelas ubicadas en zonas con menor tasa de COVID-19; en segundo lugar, establecimientos calificados como altamente vulnerables, y por último, se incorporaron a clases presenciales aquellos niveles necesarios para concluir los ciclos de enseñanza.
La jornada de clases en este país no puede extenderse por más de cuatro horas, y en salones que no permiten los dos metros de distanciamiento físico entre estudiantes (distancia recomendada por la OMS), se divide el curso en dos grupos que asisten al establecimiento dos días a la semana. De este modo, las clases se siguen complementando con la formación en línea.
En Corea del Sur, el retorno a clases también ha sido gradual a partir de fines de mayo, pero, según se señala en el diario La Tercera, después de unos días, 200 escuelas tuvieron que ser cerradas por los rebrotes que se generaron en Seúl. En este país, los estudiantes ingresan a los establecimientos por turnos, previo a pasar por un detector térmico para pedir la temperatura. Las mesas han sido separadas por unas láminas, el uso de mascarillas es permanente, y el lavado de manos es obligatorio varias veces al día. Además, se han eliminado las actividades grupales para respetar el distanciamiento físico y se han establecido pausas para desinfectar y sanitizar.
Los cambios que deberá enfrentar la comunidad escolar de ahora en adelante, serán gravitantes para mantener la salud de todas y todos sus miembros. Al observar experiencias internacionales, es posible suponer que en nuestro país se implementarán nuevas formas de relacionarnos, conservando el distanciamiento y extremando las normas de higiene. Este también será un aprendizaje que incorporar.
Los cuidados que deberemos implementar estarán vinculados a los procesos formativos, no es de extrañar que las primeras semanas las y los profesores empleen mucho tiempo en fortalecer las conductas de cuidado, haciendo ensayos sobre cómo relacionarnos, cómo comportarnos en el patio o la cantina y cómo lavarse bien las manos. Cada protocolo que la comunidad desee implementar será una oportunidad de fortalecer también los procesos de aprendizaje de las actitudes.
Otro factor a considerar es el bienestar emocional de los estudiantes, no olvidemos que ante esta pandemia es natural tener sentimientos de temor y miedo. Para Leila Jorquera, psicóloga clínica y Magister en Salud Mental Infantil, “será relevante transmitir seguridad, que los adultos estarán atentos a cuidarlos en la escuela, que se están implementando todas las medidas de seguridad para evitar contagios”.
Similar opinión entrega Libertad Manzo, psicóloga educacional y clínica infanto- juvenil de educarchile: “No se trata de omitir la delicada situación de salud pública por la que pasamos y que probablemente nos acompañará por varios meses más, sino al contrario, tratar de entregarles la información precisa, desmitificar algunas creencias que pueden aumentar su temor y fortalecer la noción de autocuidado y bienestar personal y colectivo”, recomienda la especialista.
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Fragmento del artículo original “¿Qué factores debemos tener en cuenta cuando sea posible retornar a las escuelas y liceos?” publicado por Educarchile, bajo licencia CC BY-NC 4.0.
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